El otro día en clase estuvimos leyendo un fragmento de Leon
Tolstoi y tras una primera lectura, Luisa nos dijo que cerrásemos los ojos y fuésemos
imaginando lo que pasaba en ese texto.
Pudimos comprobar que la imaginación y la lectura van muy
unidos puesto que si dejamos que nuestra mente escenifique lo que leemos
podemos llegar hasta a entenderlo mejor.
Ahora, voy a contaros como me imaginé esa escena:
Un hombre vestido de época llega a su casa ebrio. Sube por
unas grandes escaleras hasta su habitación donde encuentra a una bella mujer, que
lleva un precioso vestido rojo con detalles bordados en dorado, el pelo con un
recogido y unas flores que adornan el moño. Esa mujer es su esposa. Se
encontraba llorando porque había descubierto que su marido la había sido infiel
y tiene una carta en la mano a lo que este le responde con una sonrisa. El
marido baja a su despacho donde se queda dormido y tiene un sueño que le pone
muy feliz. Se despierta contento y recuerda está en su despacho por no haber respetado
a su mujer.
Así es como me lo imaginé yo, pero la
imaginación es muy diferente según la persona que lo lea. Finalmente quiero
añadir una reflexión que salió en clase. El cine te da todo hecho, pero la
lectura ayuda a desarrollar tu imaginación.
Isaac García Ramos
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